...aunque lo haya |
Si algo bueno tiene no poder entrenar todo lo que te gustaría y correr un maratón sin una marca en la cabeza es que el cuerpo sufre menos y vas completando el plan sin esas molestias típicas que todo maratoniano arrastra hasta la línea de salida.
Pues bien, en ese punto estaba yo, con dudas sobre como llegaría con mi irregular preparación pero bastante descansado de piernas y, sobre todo, muy sano. La muela ya no molestaba gracias a los antibióticos que me acompañaban en este viaje, así que se presumía una pelea dura pero en las mejores condiciones físicas.
Demasiado bonito todo, el viernes bajo del avión que me llevó a Atenas medio cojo por un dolor en el talón del pie izquierdo, lo achaco a los zapatos que llevo (aunque tampoco había caminado demasiado). Así que el sábado me calzo las zapatillas de maratón para pasar por la Expo Marathon y hacer turismo. Empiezo el día más o menos bien pero esa tarde en el hotel ya no puedo ni pisar. Me quedo en mi habitación cenando sólo y rumiando (y tuiteando) mi mala suerte pensando qué hacer al día siguiente. Tampoco había mucha alternativa, me he venido hasta Atenas ¿Qué voy a hacer?¿Dejar de correr? IMPOSIBLE.
Había que traerla |
No ha amanecido en Atenas y salgo del hotel con Álvaro (sí, ese que siempre me apaliza) en busca del bus que nos llevará a Atenas, mucha ilusión pero me acompaña la sombra de ese talón rebelde que no ha mejorado durante la noche. Algo que duele estando quieto no tiene muy buena pinta de cara a la carrera.
Maratonianos peregrinando a su "Meca" |
El viaje es una pequeña tortura en la que ves el recorrido en sentido contrario y te das cuenta de que sí o sí vas a morir sobre él. En una de las cuestas nos entraba la risa nerviosa al ver su desnivel cuando reparamos en un esforzado ciclista que la estaba ascendiendo y se convirtieron en carcajadas del tipo "¿Dónde nos hemos metido?"
En MARATÓN |
Ya en Maratón, es una pasada decir que estás en Maratón, nos recibe una mañana fresquita pero pronto el sol despuntará por encima de las montañas haciendo innecesario el uso de plásticos o ropa de abrigo. Es mi pequeña maldición, de nuevo un maratón con el sol dando en la cara casi todo el camino a pesar de que los días anteriores Atenas parecía Asturias, e incluso para ese día daban un poco de lluvia.
Listo para salir. |
Cola del baño entretenida, con la curiosa imagen de ver a los élites africanos calentar pasando por el pasillo que quedaba entre las letrinas y las filas de runners, y siguiendo la conversación de dos chicas mejicanas que terminaba con una frase genial "No hemos venido a Grecia a correr, hemos venido a conocer Grecia corriendo", en mi situación me resultó una idea especialmente inspiradora.
Ya colocado con Álvaro en el cajón, discurso, juramento de atletas y... la musiquilla de "Misión Imposible" durante el arranque de la carrera. No puedo más que reírme ¿Va por mí? Aquí dejo nuestra salida con la sintonía cachonda de fondo, localizarme es para nota.
Haber hecho más de 500 metros tiene tres explicaciones; la pasta gastada en el viaje, lo importante de la cita, y no llevar un euro ni tener idea de cómo llegar a Atenas en caso de retirada. En casa me hubiera parado sin dudarlo, el dolor seguía ahí, calentar el pie no servía de nada y no sabes si vas a acabar con un destrozo importante en la zona.
Salgo siguiendo el plan, los primeros dos kilómetros son favorables y me va pasando todo el mundo. Yo voy muy concentrado con la idea de que la carrera va a ser un martirio continuo. Por suerte, sobre el kilómetro 4 alcanzo a Álvaro que decide ir conservador, tener compañía va a ser clave durante muchos kilómetros para ir más distraído y aparcar la idea de parar.
Hasta el kilómetro 9 nos mantenemos sobre 4:35/km. A partir de aquí el perfil se convertiría en una sucesión de toboganes que sabes que van minando las fuerzas pero que todavía son soportables. Sobre el papel parece que te enfrentarás a una subida continua pero nada más lejos de la realidad, subes mucho más que bajas pero es un machaque continuo de cambios de pendiente.
Mantenemos un ritmo vivo que no pasa de 4:50/km, excepto en el kilómetro 16 donde se encuentra el mayor desnivel de este primer tercio de carrera, justo antes de una bajada a tumba abierta que te revienta los cuádriceps.
Circunstancial trío patrio FOTO: Hellas Events |
El recorrido es muy solitario pero cada pueblo que pasas es una fiesta, es como si fueras cruzando varias metas y en cada una de ellas te dan unas ganas tremendas de celebrarlo. Se convierten en oasis en los que descansar del desnivel y de esa soledad del maratoniano que a veces hace más daño que cualquier cuesta.
Ayudan los ánimos, esos gritos de ¡Bravo!¡Bravísimo! (las únicas palabras que he logrado entender a los griegos en cuatro días) y sobre todo la cantidad de niños y no tan niños que te piden chocar las manos. Muchísimos de esos niños con la medalla colgada al cuello después de participar en las carreras infantiles; carrera infantil y seguidamente ver el maratón, eso es plantar la semilla con sentido.
FOTO: Hellas Events |
¿Te han dicho que chocar manitas tiene efectos analgésicos? Pues te lo digo yo, en estos tramos ni me acordaba del pie. Ahí seguía el dolor, a veces más "dormido", pero era imposible no contagiarse de la alegría que transmitía el público cada ciertos kilómetros.
Chocando manitas FOTO: Costas Kesinis |
Pero volvamos a la carrera, entre el km 19 y el 31 empieza lo bueno, lo cual tiene mérito teniendo en cuenta que lo que hemos pasado ya me ha parecido muy duro para un maratón. La media maratón la cruzamos algo por encima del 1:40, mejor de lo que esperaba pero esta vez no tenía sentido hacer cuentas. Toca retorcerse, aguantamos entre 4:55/km y 5:05/km hasta el kilómetro 24, pero las cuestas cada vez son más largas y pendientes. Es curioso pero mi talón duele mucho más bajando que subiendo, mala señal para el final de carrera pero lo cierto es que las cuestas mitigan el dolor y me asfixian a partes iguales.
Empiezo a notar que ya no soy capaz de recuperar bien en las cada vez más cortas bajadas que preceden a cada uno de los muros. Necesito ir a mi ritmo y desconectar un poco de todo así que en el 26 le digo a Álvaro que tire para adelante. Paso una crisis durante los dos kilómetros siguientes, me mantengo en la pelea pero soy consciente de que en ese momento estoy al borde de que me caiga una minutada. La interminable ascensión hacía que pareciera que los kilómetros no pasaban y sentía que el cable que me mantenía en carrera estaba a punto de romperse junto con mi gemelo izquierdo.
Poco a poco consigo recomponerme, llega ese segundo aliento que me saca del pozo y vuelvo a estar cerca de la barrera de los 5 minutos por kilómetro, esa que me llevaría otra vez al sub 3:30. La penosa hilera de runners machacados se dirige por fin al final de la subida, un túnel que a su salida tiene una rampa demencial en la que muchos corredores caminan, mi GPS marca momentáneamente un ritmo por encima de los 6 minutos por kilómetro. Quizás hubiera sido más inteligente caminar un poco pero si has leído a Murakami sabes que en este maratón no se puede andar, una de esas ideas que se te fijan en la cabeza sin que haya necesidad de que tengan mucha lógica.
Lo que se dice "pasándolas canutas" |
Por fin empieza el descenso hacia la meta, las piernas ya no dan para aprovecharlo como se merece pero ayuda a mantener un aceptable nivel aeróbico sin llegar a reventar. El problema es que con el cambio de pendiente viene un dolor horrible en el talón, me duele toda la pierna izquierda, supongo que por modificar algo la pisada para proteger el pie, sobre todo el gemelo que lleva varios kilómetros amenazando con subirse. Pero lo peor es el talón que se me clava cada vez que impacta contra el suelo.
Lo que tenía que ser un cómodo camino de bajada hacia meta se convierte en un rosario de corredores caminando o estirando, mis piernas aguantan pero cada vez que pasas al lado de alguien que camina dan ganas de hacer lo mismo.
Los últimos kilómetros voy medio en trance, incluso me paso el avituallamiento del km 37 concentrado en aguantar y llegar, aguantar y llegar, aguantar y llegar... con la idea fija de ver a la familia y entrar en ese estadio ya convertido en obsesión.
Toca saludar a la familia |
Antes de cruzar la entrada del imponente estadio, baño de multitudes en una recta que cae en picado con la familia esperando al fondo. Y claro, lo doy todo, avioncito, choque de manos con los enanos, gritos varios... qué duros se hicieron los últimos 200 metros después de ese esfuerzo.
El décimo |
La entrada en el estadio es asombrosa ¡cómo la disfruté a pesar del cansancio! La imagen en primera persona del estadio Panathinaiko cuando entras por el pasillo que da acceso a la pista es imborrable. Esa pista negra, su peculiar arquitectura y la historia de su emplazamiento son el mejor colofón a un día que tenía que ser la fiesta del décimo maratón y terminó siendo un reto a ratos inabordable.
Una vez pasada la meta, mucha alegría, beso a la pista, reencuentro con Álvaro, fotos y mil miradas al estadio sabiendo que es muy posible que no vuelva. Al salir me acompañó la sensación de que lo sentí todo pero no vi todo lo que había allí dentro, ahora me gustaría rebobinar para fijarme en cada detalle, la emoción y el cansancio nubla el recuerdo. No sé si me perdí algo o lo gocé como había que hacerlo.
NENIKÉKAMEN |
Los maratonianos y "su armada" |
El objetivo del percentil 90 más que conseguido, después de sufrir el circuito estoy orgullosísimo de mi marca (3:27:18). Posiblemente sea mi mejor maratón y si hay algún modo de ponderarla en función del circuito, el clima y las condiciones físicas creo que sólo en NY tuve mejor rendimiento.
Al final en esto de los maratones nunca la victoria es completa ni el fracaso absoluto, la carrera fue durísima y las secuelas siguen en el cuerpo. Quizás salir no fue una decisión inteligente pero para mí correr maratones está mucho más cerca de la pasión que de la razón ¿Valió la pena? Dímelo tú...
ÉXTASIS |
Un motivo más para ir...gracias por compartirlo! El detalle de "tener una línea de meta" en cada pueblo genial!
ResponderEliminarTe he leído todas tus crónicas de Maratón, pero en esta hay algo más, mucho mas que NY. Hay mucha vivencia personal y me ha hecho correrla un poquito sin haber estado. Cuida ese Aquiles.
ResponderEliminarY tanto que valio la pena. En esas circunstancias, con ese dolor, con ese perfil, te has marcado un carreron antologico. Para un maraton tan especial como el decimo dudo mucho que hubieras encontrado una carrera mejor. Orgulloso no, lo siguiente!!!! Enhorabuena Sr. Robaina, me quito el sombrero ante esta demostracion. Un fuerte abrazo!
ResponderEliminarQue manera de luchar!! Felicidades! Coincido en que esta crónica muestra mucha vivencia personal, y en el momento de la entrada al estadio lo has plasmado! Enhorabuena!
ResponderEliminarpor cierto,..sobre lo de tu maldición con el tiempo... me puedes decir si vas a correr la gran canaria maratón? Pa' saber si hará sol... :)
Muchísimas felicidades Manuel. Eres un sufridor nato y está claro que vives la maratón de una manera especial. Si mereció la pena o no correr el tiempo lo dirá , ya que habrá que ver como se recupera ese talón. De nuevo, ¡muchísimas felicidades!
ResponderEliminarViendo las fotos y leyendo la crónica no tengo duda alguna, SI mereció la pena.
ResponderEliminarDesde luego lo has sufrido y te has entregado a él, logrando tu objetivo del percentil.
Ahora mirate lo del talón para evitar que el undécimo corra peligro.
Felicidades Manuel, y claro que valió la la pena, y bien lo sabes tú. Ahora a recuperarse, y nos vemos en Sevilla!!
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel!
ResponderEliminarSi no valiera la pena, no creo que hubieras corrido 10 maratones y estés pensando en el 11, no crees? ;) Ahora a recuperarte y a meterle caña a Sevilla. Ánimo!
Un abrazo
Como dices, en el de casa se para, pero acabar ese siempre merecerá la pena. Solo me cabe desearte que la recuperación sea rápida y sin secuelas que tenemos que juntar una buena troupe en Sevilla. Enhorabuena
ResponderEliminarNo tengo dudas...en el Olimpo de los Dioses tienes un lugar reservado junto a Zeus, Apolo, Filípides...enhorabuena y sí, mereció la pena pase lo que pase con la lesión...
ResponderEliminarSiempre vale la pena. Y en esa ocasion mucho más. Enhorabuena por la fantástica carrera.
ResponderEliminarEnhorabuena Manuel, cualquier maratón es siempre una celebración. Esta es especial, es la décima y en el sitio más mágico del mundo para correr, habrá que ponerla en la wish-list. Felicidades!
ResponderEliminarVaya narices que le echaste. Después de tu preparación un tanto irregular fuiste allí, como vas siempre, con valentía y sin quitarle la cara al sufrimiento....
ResponderEliminarLa foto del "crucificado" me parece lisa y llanamente a-co-jo-nan-te
Un abrazo y enhorabuena
Enhorabuena. Ahora toca recuperarse. Tienes un pundonor que pocos tienen
ResponderEliminar¿se puede envidiar a alguien que sufre semejante esfuerzo y dolor? Sí se puede, esa la tengo que correr algún día.Nenikekamen.
ResponderEliminarPD tiene fama de dura, dicen que el primero que la corrió palmo
Impresionante el ambiente y tú relato.
ResponderEliminarDicen que sin dolor la gloria es menos gloria.
Lo que si me ha chocado es el compi de fatiga en la foto de tú entrada en meta, le está hechando una foto al reloj jjj.
salu2
Don Manuel, mis respetos. Ver la foto de entrada en meta tras leer la crónica me ha emocionado. Un abrazo y cuídese.
ResponderEliminarKlass.
Joder, claro que valió la pena!!! Pero vamos, que me has quitado las ganas de correrla de un plumazo... :) Creo que a estas alturas ya lo has demostrado todo y te toca regalarte una maratón llana y con fresquito... Ya verás la que lías en Sevilla!!!
ResponderEliminarTengo esa maratón en mente para el futuro y por casualidad he dado con su emotiva crónica. Más ganas me ha despertado su narración. Felicidades.
ResponderEliminarMás épico imposible. Algo me dice que el número de españoles en la próxima edición aumentará exponencialmente. Enhorabuena!
ResponderEliminarY tanto que valió la pena, creo que correr allí debería ser obligatorio para todo maratoniano al menos 1 vez en su vida.
ResponderEliminar¡Enhorabuena!