Semana postmaratoniana

Ha pasado una semana desde que terminé el Gran Canaria Maratón y la verdad es que me encuentro mejor que en cualquiera de mis tres maratones anteriores. Estoy seguro de que las molestias estomacales no me permitieron darlo todo en carrera, en Berlín me exprimí al máximo y al día siguiente iba haciendo turismo totalmente cojo, secuelas que arrastré durante unas cuantas semanas.

He ido leyendo la cantidad de análisis interesantes de los compañeros blogueros sobre la carrera y me ha sorprendido el hecho de que en mi caso prácticamente no he pensado en ella. Supongo que en unos días empezaré a diseccionarla para ver lo que puedo mejorar pero me he quedado con la sensación de que no era el día adecuado para hacer marca y, a excepción del error en la cena del día anterior, no veo muchas cosas que pueda mejorar.

¿Falta de autocrítica? Puede ser, aunque no es normal en mí, después de Berlín si vi detalles que mejorar a pesar de hacer mejor marca. Sin embargo, en esta ocasión creo que el factor determinante en carrera no tuvo que ver con mi rendimiento, ni con el entrenamiento que he llevado a cabo, ni siquiera con la táctica de carrera, tocó un mal día desde el punto de vista gástrico y ahí se fueron todas la opciones.

Los primeros días de esta semana tuve unas pequeñas agujetas en las piernas y unas grandes agujetas en toda la espalda, prueba de que en los últimos kilómetros corrí como pude mientras me defendía de las nauseas.

El miércoles ya no había molestias así que hice el primer control de daños sobre la elíptica, 30 minutitos sin ningún problema aparente.

El viernes me propuse salir a rodar por primera vez para ver si los engranajes también estaban en su sitio. Algo más de 8km, con una pequeña prueba de estrés de dos kilómetros a 4:40/km, que se saldaron con la confirmación de que mi organismo se había recuperado, al menos muscular y articularmente, de la paliza del domingo.

Vistos los buenos resultados de los días previos, ayer me propuse hacer 16km sin preocuparme por el ritmo y sin intención de sufrir lo más mínimo. Sorprendentemente, casi por inercia, salió un ritmo medio de 4:45/km sin forzar, el mismo que en la primera vuelta del maratón en la que tan buenas sensaciones tuve.

Kilometraje semanal: 24,6 km

• X:      Elíptica (30 minutos)
• V:      8,6km (5:03/km) + est.
• D:      16km (4:45/km) + est. 

Empieza una etapa en la que el objetivo es mantener la forma fortaleciendo las piernas de cara a la carreras de montaña que puedan ir saliendo. Así que toca bajar el ritmo de crucero y volver a hacer series con cuestas y rodajes sobre terrenos incómodos, tomándolo como una especie de pretemporada de cara al próximo maratón.