Crónica Gran Canaria Maratón 2012

Mi cuarto maratón fue sin duda una carrera de más a menos desde el mismo momento en que me levanté de la cama. De entrada buenas sensaciones, día aparentemente fresquito y nublado. Todo parece cuadrar excepto el hecho de que en el margen de tres horas que me doy antes de cada competición importante no consigo "dialogar con el señor Roca". Sin duda una cuestión menor que se arregla llevando un paquete de pañuelos a la salida.

Allí continúan pasando cosas buenas, realmente muy buenas, comienza la reunión con blogueros, twitteros y conocidos que van a participar en alguna de las carreras. Fenomenal el ambiente de camaradería, ilusión y nervios que se respiraba a pocos metros de la salida. Me alegré muchísimo de haberme reencontrado con viejos compañeros de batallas (empezamos a ser veteranos) y haber conocido a aquellos que he ido leyendo durante el último año.

Fotos: Marta Díaz
En el enlace hay más fotos de la quedada

Una vez que el grupo se ha disgregado me dirijo con Álvaro a la zona de baños con mis pañuelitos en la mano pero parece que hoy habrá que salir con un poco de lastre. Calentamos un poco y nos metemos en el cajón de salida donde coincidimos con Gonzalo y un poco más adelante con Ricardo Abad, que en su maratón consecutivo número 479 hizo una marca de 3:19, simplemente increíble.

¿Adivinan quienes son los dos que estaban más contentos en la salida?

Se da la salida y arranco a buen ritmo, la excitación y salir de parado hace que siempre tarde un par de kilómetros en ponerme "aeróbico" pero en este caso no es así, siguen las buenas sensaciones, respiración controlada, piernas ligeras, zancada rítmica... "hoy puede ser un gran día".

Primeros kilómetros, todo OK
FOTO: Antonio García

Van pasando los kilómetros y nada cambia, me muevo a un ritmo entre 4:40 y 4:45 por kilómetro sin problemas. El único contratiempo es una sobrecarga en el gemelo izquierdo, justo el que me molestó en Berlín, sin embargo me dura unos cinco kilómetros y desaparece del mismo modo que apareció.

El primer problema serio lo tengo sobre el kilómetro 13, justo después de tomar un gel, empiezo a tener una especie de flato extrañísimo entre las dos últimas costillas del lado izquierdo. El dolor es punzante y me impide ir cómodo, mantengo el ritmo pero sé que no podré hacerlo durante mucho tiempo si continua el dolor. Después de kilómetro y medio pensando en parar para estirar el abdomen, el dolor va desapareciendo poco a poco. En el kilómetro 15 veo que he logrado mantener el ritmo y me encuentro casi dos minutos por debajo del ritmo para hacer 3:25 y tres minutos y medio por debajo de mi marca personal, y lo mejor es la sensación de no haber gastado nada. En Berlín a estas alturas me había peleado con mucha gente en la salida y el gasto para recuperar tiempo fue mucho mayor.

KM 12 - Justo antes del primer gel
FOTO: Antonio García

Por Triana me cruzo con Álvaro, yo de ida y el de vuelta, en su segundo maratón hizo un sub 3:10 con problemas en los gemelos incluido, sin palabras.

KM 16 - Disfrutando
FOTO: Pepe "Filípides y yo"

KM 17 - Subidón al ver a la afición

Paso la media unos segundos por encima del 1:40, estoy tan bien que incluso al ver a mi familia les grito "queda una vuelta, sólo una vuelta", como si me hubieran tocado la campana del último 400 de una carrera en pista. En este momento 5 de cada 6 corredores se paran en línea de meta, mientras que los pirados del maratón nos colamos a cuentagotas por un estrecho carril pasando casi desapercibidos para el público.

Sólo por el carril de los maratonianos a punto de pasar la media
FOTO: Javier Peña

"¡Sólo queda una vuelta!"

Y poco después, a 100 metros de la línea de llegada, aparece ante mí algo que ya conocía del año pasado, EL VACÍO. No se oye nada, el día se nubla un momento y caen unas gotas, veo dos corredores a más de 200 metros de mí y el viento empieza a dar de cara. Estaba preparado para esto pero aún así es duro, muy duro. El ritmo empieza a bajar y me pongo a rodar entre 4:55 y 5:00 el km, ya conozco esta zona y me doy cuenta de que el viento da de cara así que prefiero conservar y relajarme un poco.

Sobre el km 24, ya en el muelle, me pasa Gonzalo con ritmo machacón. Hablamos un rato y veo como se va alejando, tengo claro que en este tipo de carreras cada uno debe seguir su ritmo. Después de casi 5 km de viento en contra doy la vuelta en el muelle y el aire se convierte en favorable, vuelven los ritmos a 4:50/km y siguen las buenas sensaciones hasta el segundo paso por la Playa de Las Canteras.

Aguantando el tipo
FOTO: Modesto Castrillón

Las cosas comienzan a torcerse sobre el km 28 donde empieza una leve sensación de nauseas y ganas de vomitar. Aguanto toda la playa sin aflojar el ritmo pero pasado el kilómetro 32 tengo que decidir si parar o echar lo que llevo en el estómago.

KM 30 - Empiezan los problemas
FOTO: Javier Peña

A partir de ahí la carrera se convierte en un suplicio, cada cierto tiempo tengo que ponerme a andar para que el centrifugado que tengo en el estómago se calme. Para colmo no puedo beber nada porque enseguida tengo arcadas, genial con la humedad que había en el ambiente y el gasto de sales y líquido que llevaba acumulado, la tormenta perfecta. Se repite la situación de la edición pasada pero en ese caso había estado toda la semana con gastroenteritis y podía esperar que pasara.

Tan bien llevaba la carrera, que en el km 35 aún mantenía una gran ventaja sobre mi marca personal pero en ese momento ya sabía que no iba a ser el día y que llegar a meta ya sería muy complicado.

Si hay algo que tengo que agradecer a este blog es la cantidad de gente que conozco gracias a él, durante todo el recorrido me saludan y animan corredores, ya sea al borde de la carretera, en las partes del circuito que se recorren en ambos sentidos o, como en el caso de Isidro, cuando van a pasarme en plena crisis. En el km 38 me dice que no queda nada, que puedo hacer 4 km a 5 minutos el km (hubiera sido marca personal), pero ya iba pensando más en terminar entero y sano que en el reloj.

¿Queda mucho?

Poco después estaba mi familia animando, ante mi lamentable estado me acerco a Marian y le digo que voy mal y que lo que queda lo haré muy tranquilo para llegar. En este instante se me pasó por la cabeza abandonar pero no sucumbí a la tentación de tirarme en el suelo y cortar el sufrimiento.

KM 38 - Explicando que todo lo que bebo quiere salir

La zona de Vegueta se convierte en un calvario, e incluso un miembro de protección civil me dice si necesito ayuda pero le comento que no es mi primer maratón y que voy controlando para llegar en condiciones, no pone cara de creerlo mucho pero me deja seguir.

Mi fan número 1 animando

Pero si algo tiene el maratón es que, por muy mal que haya salido la carrera, aunque hayas sufrido lo indecible para llegar a la meta, siempre guarda un momento de gloria para todo aquel que lo completa. Doy la última curva y veo los arcos de llegada al fondo, me pongo erguido, amplío la zancada, me olvido de las náuseas y disfruto del momento que llevo buscando hace más de 3 horas.

Como un personaje de "Bailando con Lobos": De pie con el puño en alto

Brazo en alto durante casi toda la recta, echo el agua que llevo intentando beber hace muchos kilómetros por la cabeza y abro los brazos al pasar bajo el arco de llegada.

"MARATÓN es el deporte de la VICTORIA" (RA)
De fondo Álex y familia

Acabo en 3:38:56 (puesto 179 de 474 llegados), a todas luces un tiempo decepcionante, muy lejos de la marca de Berlín, a pesar de rebajar en diez minutos el resultado del año pasado. De todos modos habría que ser rematadamente tonto para no estar muy orgulloso cuando terminas un maratón y yo estoy más que feliz de haber finalizado mi cuarto maratón.

Pasados los días parece que el problema fue una cuestión de gases o algo parecido, no es normal en mí que tuviera flato en algunas partes de la carrera, y todo apunta a que la fastidié con la cena del día anterior, demasiado copiosa, incluyendo fritos y terminando de cenar muy tarde.

El descanso del guerrero

Lo más curioso es que, a pesar de lo sufrido, es el maratón que he terminado con menos secuelas, no queda rastro de agujetas y las que tuve se concentraron más en la espalda que en las piernas, seguramente debido a la mala posición en la que corrí los últimos kilómetros. Supongo que al no poder forzar muscularmente en los kilómetros finales machaqué menos mi tren inferior así que no hay sobrecargas y estoy listo para volver a la lucha.

Ahora toca desintoxicarse un poco del virus del maratón y buscar pequeñas batallas antes de la próxima gran guerra.