I Carrera de Montaña Miguel Martel

Ha llegado el momento de presentar el próximo compromiso en mi deambular por todo lo que se corre por montaña en un radio de 60 kilómetros desde la puerta de mi casa.

El próximo día 22 de Agosto, si el calor lo permite, estaré corriendo por el municipio de Valsequillo en Gran Canaria para disputar esta prueba de 14,5 kilómetros y un perfil bastante duro.

Toda la información de la carrera se encuentra en la web de Zona Boxes, estando fijado el límite de inscritos en 100. Mi dorsal será el número 31 así que si alguno de los que lee este blog piensa estar allí ya sabe como localizarme.

A diferencia de mi anterior carrera de montaña, esta vez si que he podido reconocer el circuito y la verdad es que me dejó bastante machacado. Lo cierto es que el tiempo no ayudó mucho, tuve la ocurrencia de ir a verlo en plena ola de calor, hace dos semanas, así que se pueden imaginar como me fue.

El primer día lo hice andando, sacando fotos, perdiéndome varias veces a pesar del GPS... en total 3 horas y media, terminando casi al mediodía a 31 grados. Una vez tomadas unas cuantas referencias ya estaba listo para hacerlo a buen ritmo dos días después.

El problema es que ese día a las 8:30 de la mañana no se podía respirar. A pesar de que en los dos primeros kilómetros se puede correr perfectamente, con mucho terreno descendente, pensé en parar porque el aire era muy caliente, pero poco a poco fui cogiendo ritmo y creí que sería capaz de hacerlo en unas dos horas y que las fuerzas aguantarían hasta el final, con lo que no contaba es que terminaría el entrenamiento con los termómetros marcando 41 grados.

La primera subida la hice bastante bien ya que la montaña tapaba el sol, así que al finalizarla (km 6,4) me encontraba aún con fuerzas. La cuesta es dura pero con paciencia se sube sin problemas. Además, una vez que estamos arriba viene un descenso no muy pronunciado sobre una pista en buenas condiciones que permite recuperar y llevar un buen ritmo.

Lo complicado empezó a partir del kilómetro 9, en ese momento perdí el camino y al pararme para consultar el GPS me dí cuenta de que estaba fundido. Hacia mucho tiempo que no veía una sombra y, a pesar de la gorra, la cabeza estaba tan recalentada que no podía ni pensar. La sensación de estar con una buena pájara me empezó a agobiar teniendo en cuenta que iba sólo, así que me concentré en bajar caminando, racionando el líquido que quedaba en el camelback para no tener dificultades al final.

Sobre el kilómetro 9,5 la bajada empieza a ser muy técnica, así que hay que guardar fuerzas para ese tramo, la cuesta acaba por una zona de asfalto que nuevamente dará la opción de recuperar algo a quien no vaya tan fundido como yo. Por cierto, antes de llegar al asfalto me encontré con dos perros sueltos que sólo hacían ladrarme y tuve que ir con mucho cuidado para que no fueran detrás de mí... no estaba la cosa para darme la vuelta.

Para terminar, otra señora subida, a partir del kilómetro 12,5, que finaliza cerca de la línea de meta y que termina de reventarte.

Desde luego, es un recorrido para ir guardando y en el que hay que aprovechar bien los tramos que permiten recuperar e ir un poco más rápido, si se quiere hacer un buen tiempo. A pesar de la dureza, el trazado es bastante entretenido, no siendo la típica carrera de montaña en la que subes sin parar hasta la mitad del recorrido y luego te lanzas cuesta abajo en la segunda parte.

Habrá que cruzar los dedos para ver si a finales de Agosto nos sale un día fresquito (vaya moral).